Clima
Según la Dirección General de Aguas (DGA, 2004), donde se utiliza la clasificación de Köppen modificada, la comuna de Portezuelo presenta como predominante el clima Csb, que corresponde a templado cálido con lluvias invernales.
La comuna de Portezuelo se encuentra ubicada en el área agroclimática del secano interior.
El clima de la región es templado-cálido con estación seca de 4 a 5 meses, un clima templado-cálido con lluvia suficiente, donde el calificativo suficiente se refiere al período anual globalmente que no excluye la posibilidad de algún período seco o con deficiencia de humedad dentro de él. La estación seca se ubica en los meses de verano, debido a la interacción entre el anticiclón subtropical y el régimen de los vientos del oeste. El viento dominante en la zona es sur y su continuidad se hace más notoria en los meses de verano (PLADECO Portezuelo, 2008).
La temperatura media del mes más frío es inferior a 18ºC y superior a -3ºC y la temperatura media del mes más cálido es inferior a los 22º C y, al menos cuatro meses, con temperaturas medias que superan los 10º C (PLADECO, 2016).
Geomorfología
Según la clasificación realizada por Börgel, R. 1983, la comuna se caracteriza por participar de oeste a este, del predominio de cuencas graníticas marginales y del llano central fluvio – glacio – volcánico.
El territorio comunal presenta una morfología de colinas redondeadas, pendientes suaves y cimas amesetadas características de la cordillera de la Costa en el sector norte de la región del Biobío, las cuales alternan con valles de fondos planos y vegas. A lo largo del borde de los ríos que definen los límites comunales, se presentan terrazas fluviales de escasa amplitud y escurren por medio del relieve del valle que no presenta grandes diferencias de alturas. Después de su unión con el Ñuble, el Itata desarrolla su curso inferior en el interior de la cordillera de la Costa. Esta unidad morfoestructural constituye una barrera natural para el desarrollo de las comunicaciones con el interior de la región (PLADECO, 2016).
Geología
En la comuna de Portezuelo es posible identificar tres formaciones rocosas:
Rocas Q1: del tipo sedimentarias del Pleistoceno-Holoceno. Depósitos aluviales coluviales y de remoción en masa; en menor proporción fluvioglaciales, deltaicos, litorales o indiferenciados (PLADECO, 2016).
Rocas Pl3t: del tipo volcánicas del Pleistoceno. Depósitos piroclásticos principalmente riolíticos, asociados a calderas de colapso (PLADECO, 2016).
Desde el punto de vista hidrogeológico, las napas subterráneas, son alimentadas por los cauces superficiales, el derretimiento e infiltración directa de las lluvias, sin presentar limitaciones a los cauces de los ríos, sino que ocupan amplios sectores de relleno cuaternario no consolidado de la depresión intermedia (PLADECO, 2016).
Dicho relleno es muy heterogéneo y está constituido esencialmente por material de acarreo fluvial y fluvioglacial, proveniente de la Cordillera de Los Andes. Las napas son de naturaleza libre a semiconfinadas (DGA, 1989).
Hidrografía
La comuna de Portezuelo se encuentra inserta dentro de la cuenca hidrográfica del río Itata, la cual, alcanza una superficie de 11.294 km2 (DGA, 2004).
El río Itata y su valle dominan el margen sur de la comuna, siendo el eje hídrico estructural donde fluyen esteros de curso corto, como los esteros Papana y Chudal (PLADECO, 2016).
El principal afluente del río Itata es el río Ñuble, cuya subcuenca posee 5.097 km2, casi la mitad de la cuenca del río Itata. El río Ñuble define la frontera suroriental de la comuna, en cuyo trayecto confluye el estero Cucha. Por otra parte, el margen norte y este de la comuna corresponde a la subcuenca del río Lonquén, siendo posible identificar al este la microcuenca del estero El Sauce, tributario del estero Coronta, el cual tributa a su vez en el río Lonquén. Por el norte, la cuenca del río Lonquén recibe las aguas de los esteros Buenos Aires, Los Luengo, Cabrería y El Molino (PLADECO, 2016).
Vegetación
Según Quintanilla (1983), Portezuelo se caracteriza por el predominio de policultivos o frutales, vegetación de lomas y bosque puro de alerce. La comuna presenta sectores de marcado predominio de uso, correspondientes a terrenos agrícolas. A su vez existen áreas con presencia de bosque nativo, matorral, praderas y plantaciones forestales.
De acuerdo con Gajardo (1994), la comuna se encuentra inserta en la región y subregión del matorral y del bosque esclerófilo, zona caracterizada por ser la parte del territorio nacional con la mayor densidad de poblacional humana. Esto se refleja en un alto grado de alteración de las comunidades vegetales, presentando la mayor introducción de especies exóticas, estando sometido en los últimos 400 años a una fuerte presión antropogénica, ya sea por talas indiscriminadas y por incendios forestales recurrentes en la zona (PLADECO, 2016).
En las comunidades de matorrales es posible identificar especies tales como colliguay (Colliguaja salicifolia), espino (Acacia caven), hierba del chancho (Hypochoeris acaulis), huingán (Schinus polygamus), maqui (Aristotelia chilensis), pasto miel (Paspalum dilatatum), pichi romero (Fabiana imbricata), romerillo (Baccharis linearis), rosa mosqueta (Rosa moschata), tralhuén (Talguenea quinquinervia) y zarzamora (Rubus ulmifolius) (PLADECO, 2016).
En las comunidades de renovales de bosque nativo es posible identificar especies tales como boldo (Peumus boldus), chacay (Discaria serratifolia), litre (Lithrea caustica), luma chequén (Luma chequen), maitén (Maytenus boaria), peumo (Cryptocarya alba), pitra (Myrceugenia exsucca), quillay (Quillaja saponaria) y roble (Nothofagus macrocarpa) (PLADECO, 2016).
Suelos
La estructura edáfica comunal se basa en suelos pardo no cálcicos, los cuales se encuentran en el Valle Longitudinal de la CRI; están formados sobre sedimentos aluviales y cenizas volcánicas, y son intensamente ocupados por la agricultura y fruticultura de la zona.
Teniendo un suelo del tipo secano costero, Portezuelo afronta una gran limitante para el desarrollo del área debido a la escasez de recursos hídricos, sobre todo en aquellos períodos donde la demanda es máxima (PLADECO, 2016).
El secano interior tiene los suelos más erosionados y menos productivos de la región centro sur de Chile, como consecuencia de las prácticas de manejo y laboreo poco cuidadosas a las que han sido sometidos por muchos años (Mellado, 1992, en PLADECO, 2016)
De acuerdo con el Estudio Agrológico de Suelos de CIREN (2008), en la comuna predominan suelos cuya capacidad de uso agrícola corresponden a Clase II (18,6%), Clase III (31,8%) y Clase IV (17,8%).
Los suelos Clase II presentan algunas limitaciones que reducen la elección de los cultivos o requieren moderadas prácticas de conservación. Corresponden a suelos planos con ligeras pendientes. Son suelos profundos o moderadamente profundos, de buena permeabilidad y drenaje, presentan texturas favorables, que pueden variar a extremos más arcillosos o arenosos que la Clase I.
Los suelos de la Clase III presentan moderadas limitaciones en su uso y restringen la elección de cultivos. Requieren prácticas moderadas de conservación y manejo.
Los suelos de la Clase IV presentan severas limitaciones de uso que restringen la elección de cultivos. Al ser cultivados requieren cuidadosas prácticas de manejo y de conservación, más difíciles de aplicar y mantener que las de la Clase III. Pueden usarse para cultivos hortícolas, praderas, etc., y estar adaptados sólo para dos o tres de los cultivos comunes. La cosecha producida puede ser baja en relación con los gastos sobre un período largo de tiempo.
En la comuna también, se identifican suelos de uso limitado, generalmente no adaptados para cultivos, como lo son los suelos Clase VI y VII. A su vez, hacia el sector cordillerano, se encuentra la presencia de suelos destinados a la conservación ambiental (Clase VII).
Los suelos Clase VI son inadecuados para los cultivos y su uso está limitado a pastos y forestales. Tienen limitaciones continuas que no pueden ser corregidas, tales como: pendientes pronunciadas, susceptibles a severa erosión; efectos de erosión antigua, pedregosidad excesiva, zona radicular poco profunda, excesiva humedad o anegamientos, clima severo, baja retención de humedad, alto contenido de sales o sodio.
Los suelos Clase VII, tienen limitaciones muy severas que los hacen inadecuados para los cultivos. Su uso fundamental es pastoreo y forestal. Las restricciones de suelos son más severas que en la Clase VI por una o más de las siguientes limitaciones que no pueden corregirse: pendientes muy pronunciadas, erosión, suelo delgado, piedras, humedad, sales o sodio, clima no favorable.
Por último, los suelos Clase VIII, corresponden a suelos sin valor agrícola, ganadero o forestal. Su uso está limitado solamente para la vida silvestre, recreación o protección de hoyas hidrográficas.
Amenazas Naturales Y Zonas De Riesgo
Los denominados desastres naturales corresponden a un fenómeno inherente a la historia de los asentamientos humanos. De hecho, resulta casi imposible no encontrar algún suceso de este tipo, cualquiera sea la ciudad del mundo que se analice (Arenas F., Lagos, M., Hidalgo, R., 2010).
La geografía de nuestro país y la realidad espacial de la ocupación de nuestro territorio entabla una serie de peligros latentes que, combinados con focos de vulnerabilidad, incrementan los niveles de riesgo (Arenas F., Lagos, M., Hidalgo, R., 2010).
Chile se encuentra expuesto a numerosas amenazas naturales y antrópicas, desde terremotos, erupciones volcánicas, tsunamis, remociones en masa, amenazas hidrometeorológicas como sequías, fuertes precipitaciones capaces de ocasionar inundaciones, anegamientos e incluso nevazones, en el caso de las amenazas de tipo natural y de carácter antrópico, como lo son principalmente los incendios forestales, derrames, contaminación ambiental, entre otros. Tanto las amenazas naturales como antrópicas afectan a las personas, sus bienes y al medio ambiente; por lo tanto, lo que se busca es poder transformar a comunidades vulnerables en comunidades resilientes. En este sentido, los desastres tienen efectos directos sobre el desarrollo humano: pueden afectar actividades económicas, infraestructura pública y privada, y aumentar la vulnerabilidad social de grupos que ya estaban marginados del crecimiento económico (Romero, 2015).
La importancia de considerar eventos extremos es que cuando estos ocurren producen severas alteraciones en el normal funcionamiento de una sociedad y la comunidad. En situaciones críticas estos episodios pueden desencadenar un desastre o catástrofe, en donde se producen importantes daños humanos, materiales, económicos o ambientales que requieren de una respuesta de emergencia inmediata para satisfacer las necesidades humanas y que pueden requerir ayuda externa para su recuperación (Wilches-Chaux, 1989; IPCC, 2012, en Henríquez C, Aspee, N., Quense, J. 2016).
Desde este punto de vista, la comuna de Portezuelo no está exenta de sufrir los embates de la naturaleza, principalmente eventos sísmicos, hidrometeorológicos como inundaciones e incendios forestales.
Se presenta riesgo medio de remoción en masa en las áreas con mayor pendiente de la cordillera de la Costa, en el sector oeste del territorio.
El riesgo de inundación se presenta casi exclusivamente asociado al curso de los ríos Itata y Ñuble, que potencialmente puede inundar las áreas adyacentes.
Complementariamente, cabe señalar la presencia del complejo Nueva Aldea de Celulosa Arauco como una gran planta con potencial de riesgo industrial en el territorio (PLADECO Portezuelo, 2008)
El riesgo de mayor expresión territorial es el de incendio de la vegetación nativa y de plantaciones forestales. El riesgo alto de incendio se manifiesta con mayor fuerza en el área occidental del territorio, sobre la cordillera de la Costa. En los sectores más orientales del territorio existe un nivel mediano de riesgo de incendio.
En Chile, los incendios forestales afectan a miles de hectáreas. El origen de los incendios tiene como causa en un 99% en la acción humana, ya sea por descuido o negligencias en la manipulación de fuentes de calor, prácticas agrícolas o por intencionalidad (CONAF).
La vegetación es sensible al fuego. El daño no es solamente la quema y destrucción de la misma, sino que, además, afecta al suelo, la fauna, el aire, al ciclo del agua y en general, al entorno del ser humano y en ocasiones a las propias personas (CONAF).
En este sentido, Portezuelo, también ha sufrido los ataques del fuego, sobre todo en período estival, donde las altas temperaturas, las condiciones atmosféricas y la acción humana, crean ambientes propicios para la activación y propagación de incendios forestales.